Mi diario de metamorfosis

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La semana pasada me rompí en el camino de aprender a completarme. Me rompí de tanto sentirme abrumada tratando de encontrar una rutina en mis días. Me rompí y colapsé en este camino de entender mis emociones.

Me rompí en llanto por una relación que no es la mía. A través de ella he aprendido, me he cuestionado acerca del amor, límites, fases y cómo se transforma con el paso del tiempo.

Me rompí en miedo por mis fantasmas y heridas. En pleno trabajo de reconciliación y reconocimiento conmigo, apenas comienzo a compartir sofá con ellos, los escucho, los encaro y detenidamente observo el lugar desde donde vienen.

Me rompí en el reacomodo de amistades. En el proceso habrá personas que se sumen al viaje, otras que se bajen, y algunas más se mantendrán. Sin embargo, este proceso cuesta tiempo y paciencia. Cuesta entender que ya no formamos parte de la vida de alguien. Reacomodar el lugar que las personas tienen en nuestro corazón y que nosotros tenemos en el suyo, cuesta. 

Me rompí en los límites. A veces no sabemos cómo lidiar con ciertas situaciones o personas. Cuando les miramos con otra óptica nos damos cuenta de que la gran mayoría parten del aprendizaje de límites, aprendizaje del cual no somos conscientes en la adolescencia y muchas veces tampoco en la vida adulta. Es por esto que nos cuesta tanto.  Vamos aprendiendo y reaprendiendo sobre el camino.

Me rompí en entender que hay situaciones que no están ni estarán en mi control. 

Me rompí en aprender que mi valor no está solo en mi profesión. Me sigue costando, el camino no es lineal, requiere mucha compasión, paciencia y esfuerzo. 

Me rompí al verme en pedazos. Mientras miraba la Luna, me rompí en llanto, de nuevo, solo que esta vez por mí, por extrañarme. Me sentía en pedazos y no sabía cómo tomarlos para volverlos a unir.

Así se ve mi metamorfosis en pleno verano, extrañando a la Dianis pequeña, con esa irreverencia y chispa que la caracterizaban. Le he pedido perdón y le pido que no me suelte, porque la necesito. Les he prometido a mi niña y a mi adulta que las voy a encontrar para que seamos una y podamos volvernos a abrazar las veces que sean necesarias. 

Así es mi proceso de metamorfosis, la necesidad de un tiempo fuera para descansar, de todo y de nada, ser solo para mí. Y no es egoísmo, es la necesidad de hacer un alto en todo, hasta en platicar con los demás para platicar más conmigo, en entenderme más a mí y entender por qué me vino a visitar ahora la ansiedad.

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