Mi pequeño amar

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No fuimos muy lejos,
mi pequeño amar;
caminando por el ocaso
del sol vigilante y la luna,
somos árboles perecidos.

De rosas admiradores,
escondidos entre ladrillos;
rojo derramado sobre mí,
amante de encubierto,
que fuiste a atacar,
presa cual ave se engulle,
cernícalo de pareja.

Amándonos con el tiempo,
viviendo la gran ilusión;
creíamos ser felices
sin saber la verdad:
solo estrellas apagadas.

No fuimos muy lejos,
juguetones como el viento
con regalos efímeros
que vuelven a perecer,
volando flores escapistas
en el cálido invierno
nacido de mi frío corazón.

No navegamos lejos, no,
sin siquiera haber nadado
entre corrientes de tiempo suave,
fuerza que nos separó,
cuando exprofeso fuimos
pájaros llenos de amor.

Solitarios individuos
de sombras del pasado,
perecidos en el ocaso,
que el calor ya no ilumina.

No fuimos muy lejos,
porque tan solo, quizás,
no estuvimos nunca,
supuestos amantes,
nada volverá a quedarnos.

Nos fuimos muy lejos,
mi pequeño amar,
como árboles perecimos
para no regresar jamás.

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