No todo es con fuerza

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No existe persona en este mundo que en algún momento de su vida no haya atravesado por situaciones que lo tuvieran contra las cuerdas, por más mínimo que sea algún problema siempre hemos pasado por alguna situación. Conforme pasa el tiempo, creamos nuevos mecanismos que nos fortalecen y nos permiten adaptarnos a la vida. Aunque es cierto que lo que no mata fortalece, la realidad es que no todas las cosas se afrontan con fuerza. 

No siempre es necesario ser fuerte, osado y valiente para enfrentar las circunstancias de la realidad. No somos seres de hierro para aguantar tantos golpes, tampoco tenemos súper poderes para resolverlo todo. A veces sólo es cuestión de comprender que somos humanos y que cuando lloramos, entendemos que somos seres que se rompen interiormente. Bien dice el rey Salomón en el libro de Eclesiastés que vale más llorar que reír, pues el rostro se entristece, pero esto le hace bien al corazón. Estar roto interiormente puede ser muy doloroso, sin embargo, cuando lloramos sanamos hasta ser cada día mejores. 

El mismo rey David, un personaje histórico muy popular, demostró que la espada no siempre es la solución a todas las cosas. En el salmo 51 refleja lo que es estar roto interiormente, pero conforme pasa el tiempo Dios lo fortalece hasta convertirse en el mejor rey de Israel.

En pocas palabras, somos personas que podemos rompernos en cualquier momento, pero estar así no siempre es malo. A veces necesitamos estar rotos para darnos un respiro y hacer lo posible para que con la ayuda de Dios mejoren las cosas. 

 

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