Esférica e insomne

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En el insomnio pensé en Laura.

Afuera llovía y los vidrios estaban empañados, cubiertos de ese lienzo efímero que se pinta con la punta del dedo. Preparé café y, con la gata en el regazo, me perdí en divagaciones varias. Así se me van las madrugadas: pensando. El martes pensé en osos polares, el miércoles en novelas victorianas y ayer en mis amores pretéritos.

Al beber la cuarta taza pensé en Laura, mi novia de la universidad. Ella era una sabelotodo arrogante, medía la valía de las personas en términos academicistas, entablaba relaciones condescendientes y siempre hacía correcciones a lo que yo decía. Creo que estaba con ella solo porque también le gustaban los filmes slasher y por ser la única persona con la que podía recostarme y escuchar a Suede. 

Los domingos podía tener un poco de control y protagonismo en la relación. Visitábamos las cafeterías del sur y yo hacía gala de mis conocimientos sobre el cultivo y las preparaciones del café. Soy toda una barista y Laura no podía corregirme o agregar información.

Sin embargo, cuando la plática se diversificaba, ella tomaba de nuevo el control. Tal fue el caso de una tarde nublada en que, fantasiosa, le dije que me gustaría vivir en un planeta con forma de estrella.

—Imposible. Ningún planeta puede tener esa forma —dijo tajante y con aires de suficiencia.

—¿Por qué no? —pregunté.

—La fuerza de gravitación universal no tiene direccionalidad, es simétrica y se dirige hacia todos lados. Cuando un planeta nace se amalgama sin predilección direccional, limitándolo a una distribución esférica.

—Dicho así el universo parece muy aburrido, ¿no lo crees? 

Si las leyes universales fueran otras y las personas planetas —pienso a la mitad de otro insomnio— los cuerpos esféricos seríamos aquellas que en la vida no hemos hallado direccionalidad, desprovistas de sueños y ambiciones, perdidas en la inmensidad de las opciones; en cambio, los planetas con vértices y formas definidas serían las personas que han encontrado una pasión y la han llevado hasta sus límites, las que han cumplido metas y tienen una idea clara de lo que esperan en su porvenir, plenas en su geometría.

Soy un planeta esférico y quiero dejar de serlo. Haré todo lo que me da miedo hacer, forjaré sueños y metas. Retomaré lo postergado y concluiré lo inacabado. Encausaré mis fuerzas gravitatorias para adoptar una forma. 

Para no olvidarlo lo anoto y lo pego en el congelador. Haz algo más, ¡arriésgate y conviértete en un planeta con forma de estrella!

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