Nos despedimos, o quizá fui yo la única en decir adiós. No sabía, y sigo sin saber, cuándo regresaré ni cuándo lo harás tú, no estaba lista para despedirme; te dije adiós.
Las despedidas son tristes, duelen, se siente un hueco en el pecho como si faltara algo: el corazón. Unas duelen más que otras y si te despides de alguien que sigue en este mundo terrenal la despedida es indefinida, lo que significa una incertidumbre, no sabrás cuándo le volverás a ver, mañana, en un mes, un año o nunca más.
Nos despedimos para soltar, sanar, comenzar de nuevo, encontrar la felicidad en nuestra soledad. Sólo el tiempo y el destino dirán si es buen momento para volvernos a encontrar o si aquel fue nuestro punto final.
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