Velas en la biblioteca

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Declaraciones de Emma, fantasma residente en el #14 de la calle A*** y testigo clave en el caso del poltergeist Fred.
Octubre de 198*

 

—Conocí a Fred la noche posterior a mi velorio. Había vuelto a casa para acompañar a mi novio en su duelo. A media noche salí al pórtico debido a que no encontraba la fuerza para seguir viendo a mi amado llorando y abrazado a la almohada mientras que con imaginaciones me creía corpórea. 

»Desde ahí vi la casa de Tod; estaba cruzando la calle. A través de la ventana lo vi a él, a su dulce madre y –grande fue mi sorpresa– también estaba Fred. Recuerdo sentir consuelo al saber que no era la única fantasma de la cuadra.

»Pasados algunos días decidí ir a buscar a Fred. Se comportó amable y me recibió en la cocina de Tod. Me dijo que había vuelto en febrero y aprovechó para contarme los detalles de su accidente. Ese mismo día descubrí que, aunque fantasmas ambos, no éramos iguales: yo solo podía atravesar paredes y hacer llorar al viento; Fred, en cambio, podía tocar cosas y comunicarse con los vivos.

»Es bien sabido en el mundo fantasmal que las cosas que no hacemos en vida nos incitan a volver, las acciones huérfanas se vuelven ectoplasma y nos dan forma. Yo volví para acompañar a quien dormía a mi lado (porque cuando estuve viva era ausente, siempre lejana). Supuse que las razones de Fred debían ser similares y por eso no lo interrogué al respecto. Nunca me imaginé que sus motivos fuesen tan viles. 

»Dicen que no acabas de conocer a tu pareja hasta que habitan bajo el mismo techo. Pero Tod no acabó de conocer a Fred hasta que éste murió: sólo así supo de su maldad y los límites de su egoísmo. 

»Yo me enteré hasta que sucedió; cuando, desconcertada, vi la casa ardiendo. No hubo manera de advertirlo.

»Luego supe, por palabras del propio Fred, que él llevaba tiempo persuadiendo a Tod a través de espectrales palabras escritas en el paño de los espejos. Así fue como le convenció de prender cientos de velas sobre el piso de la biblioteca, todo bajo la falsa promesa de hacerse corpóreo y darle un último beso. Su intención real, como sabemos ya, era provocar un incendio y llevarse consigo a Tod. Fred estaba harto de ser un fantasma solitario y sin amor, quería estar con Tod sin obedecer los designios temporales de la voluntad suprema.

»Eso es todo lo que sé: Fred provocó el incendio y hubo dos víctimas, Tod y su madre. ¡Pero no por eso deben suponer que comparto con Fred la malvada premura de tener el abrazo gélido y fantasmal de mi amado! 

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