Grabados

pexels-magda-ehlers-14025923-scaled-thegem-blog-default

Te contaré una historia.

Aunque, si me preguntas por el principio… ¡Ja! La verdad es que no lo sé con certeza, pero no hace falta que te lo explique, seguramente podrás imaginar cómo comenzó todo hace algún tiempo, justo aquí, junto a la jacaranda.

Una jacaranda con el tronco marcado por el tiempo, la lluvia y el calor del sol, y que cada verano la veía llegar con entusiasmo a grabar su nombre junto al de alguien más. Un trazo que con el cambio de estación se cuartearía y borraría de la superficie, pero no de aquél joven y destrozado corazón.

Bajo aquellas ramas secas, la joven exponía lo más profundo de su alma y limpiaba poco a poco las grietas de la jacaranda, con tanto ahínco que no se daba cuenta de que estaba marcando algo diferente, algo que la acompañaría siempre, más allá de los recuerdos de las imágenes de aquellos nombres grabados o los atardeceres junto a otro cuerpo: su propio nombre borrado de aquella superficie, apenas legible para sus propios ojos entre las rugosidades de la madera.

A pesar de lo abatida que se sentía, decidió averiguar cómo traer de vuelta su nombre, encontrar el trazo que le permitiera darle forma.

Las ramas secas caían sobre ella, un divertido recordatorio del paso del tiempo y de su soledad.

Hasta que, en un colorido atardecer de primavera, lo consiguió: su nombre se leía sobre aquel tronco renacido, con una armonía que al alzar la vista se sintió una misma con aquel lienzo lila que se extendía hasta el cielo.

Un grabado que hasta el día de hoy ha permanecido al cuidado de esta jacaranda y, ahora, en este amanecer, me pregunto si podría estar acompañado por tu propio grabado.

Entonces, ¿cómo crees que continúa la historia?

2

Dejar un comentario

X