Heridas de la infancia

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Cuántas veces hemos escuchado en videos, en la escuela, en las pláticas productivas con amigos, en el trabajo, y de mil maneras, sobre las heridas de la infancia y sus manifestaciones en la vida personal de cada uno, aunque no siempre en una presentación directa y teórica, sino como sucesos en la vida cotidiana, que desafortunadamente, no todos logran identificar.

Tomarse el tiempo de analizar y llevar a cabo el trabajo personal que a cada uno nos compete para desarrollarnos y alcanzar el equilibrio o estabilidad debería ser cosa del día a día como cuando nos inscribimos al gimnasio porque queremos desarrollar nuestro físico.

Hoy en día alcanzar la felicidad parece una tarea complicada y es quizás atreverse a mucho, y no lo digo porque no crea que exista, claro que la felicidad existe, pero es sin duda relativa.

En un mundo que no se detiene, que cambia, que es irónico, que es justo, que es injusto, y que es todo y nada a la vez, no es inteligente no trabajar en nosotros.

A veces, en lo personal, he llegado a pensar como Mafalda cuando dice que le gustaría que el mundo se detuviera para poder bajarse de él, pero cuando descubro que estoy teniendo dichos pensamientos solo logro reír y agradecer a Mafalda por habernos regalado tan icónicas frases.

Es normal tener una variedad de pensamientos y sentimientos ante las situaciones de la vida, pero cuando esos pensamientos y sentimientos son recurrentes y nos dañan, lo mejor es buscar ayuda. Nunca duden de que siempre habrá un mejor mañana. Charles Dickens lo dijo bien: «mientras haya vida, hay esperanza».

Todo este análisis seguramente ya lo han realizado, pero también sé que es un tema que a veces preferimos ignorar, pues trabajar en uno mismo no es tarea fácil, desde adentro y no desde fuera. 

Quiero retomar la parte informativa de este escrito, relacionada con las heridas de la infancia para quien nunca haya escuchado o leído sobre ellas.

Lise Bourbeau clasifica las heridas de la infancia en cinco, que son experiencias de dolor psíquico, emocional, a temprana edad, las cuales permanecen hasta la edad adulta si no se resuelven. Estas son la herida de abandono, la herida del rechazo, la herida de la humillación, la herida de la traición y la herida de la injusticia. Les invito a indagar más para los fines que les competa.

Con todo lo mencionado solo quiero decir que al final del día, aunque vivamos llenos de pendientes, de obligaciones, de distracciones, de personas a nuestro alrededor, lo último que tenemos y vemos al irnos a la cama y cerrar los ojos es a nosotros mismos, porque nuestra historia siempre nos encontrará al final y es inteligente hacer las paces con ella.

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