Abraza aquello que no haces

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La magia de la vida es que se experimenta a través de instantes. Puede ser larga o corta, pero lo que le da significado son aquellos momentos fugaces que se disfrutan sin cargas, sin pensar en el pasado o en el futuro. Creo que los años vividos son aquellos que realmente se disfrutan; sigo en proceso de decidir cuántos años he vivido realmente. Entender que mi estadía en este camino llamado vida tiene fecha de caducidad me permitió darme cuenta del poder que tengo de decidir. Puedo decidir hacerme el regalo del perdón, permitirme soltar y avanzar. Durante tanto tiempo mi ego me hizo aferrarme a aquello que me lastimó, hundiéndome en una miseria donde solo era capaz de ver la obscuridad. El instante que me cambió ocurrió cuando me permití darme cuenta de que las cosas no son ni buenas ni malas, solos son; en ese momento pude abrazar la incertidumbre que conlleva lo inconcluso. Siempre habrá algo que no hice, que no dije, que no terminé. 

Aún existe mucha culpa por aquello que nunca fue; a veces la vida fue más rápida que yo, en algún momento incluso estuve enojada con el universo por no permitirme hacer todo lo que me habría gustado. 

La cuestión es que la vida es mucho más compleja que eso, mi alma vino a aprender de aquello que no pasó. Mi alma vino a aprender a soltar ese “qué pudo haber pasado”; es una realidad alterna que jamás podré palpar. Aprendí que hay dos caminos: lamentarme por aquello que no existe o abrazar y recibir a la vida con todos sus colores y matices, completamente cruda, siendo la mejor maestra que a veces me da todo y a veces me aplasta. 

Hoy decido abrazar aquello que llega, aquello que se va y aquello que no es. 

¿Qué decides tú?

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