Resignación

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Tengo el corazón tierno,

pues de dolores nada sé;

y de saberlo

nada debería de temer,

porque inevitable

como la dicha, 

el dolor es.

 

Emmanuel le llamó con la esperanza de que ella contestará. No contestó. Esperó sus mensajes, pero no la buscó. Con toda su resignación la espero en el parque, contaba con que la vida la tuviera destinada para él. Nunca apareció. No era la primera vez que ella no llegaba.

Hizo lo más sensato, pero también lo más difícil. Decidió no buscarla. 

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