Soy lo que no hago

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La vez primera que el hombre descubrió el fuego, o ya bien lo recreó del rayo caído en un árbol, allí el hombre definió un nuevo hombre. Pasó de ser el sin fuego al hombre en llamas. Logró no solo iluminar sus noches frías y las volvió cálidas; también logró cocer sus alimentos, ahuyentar bestias y crear nuevas armas contra ellas como con sus rivales. Hizo que aquello que no hacía ahora lo definiese. ¡El homo habilis!

Edades y edades surgieron, artes, ciencias, métodos, épocas y ¡pum! ¡El hombre encendido! Definamos al hombre hoy y para siempre. El hombre es todo aquello que no hace. A saber, todas esas cosas que no hace. ¡El hombre inactivo!

El hombre que entrena 30 minutos diarios come balanceado y saludable, ese que lee 10 páginas cada día, pinta, dibuja, escribe, trabaja sus horas alienadas, duerme sus horas, y trata categóricamente a los otros. Ese, es todo lo que no hace, y se define con todas las cosas que no hace. Aquel hombre hábito (ético) para malograrse o despositivarse, es todas las cosas que no hace. 

El lector es el que no hace la desidia de la lectura. El alcohólico es todo lo que no decide beber para bien. El bueno es el que no hace cosas malas y viceversa. ¿Acaso no todos los ayurvédicos y ascetas se han molestado en cuanto dimos la clave del ser hombre?

¿Y yo quién soy? Las cosas que no hago han determinado lo que pienso, lo que digo, lo que creo, lo que conozco y hasta dónde me adentro. ¿Qué hacer cuando no hay nada que hacer? ¡Nada! Al hacer o no hacer, se decide o se define el ser humano. ¿La definición de no hacer cosas caería en los animales, cosas u otros seres vivos? ¡Que hagan lo que quieran!, espeta la cosa. 

Sin embargo, las cosas que no hacemos también lastiman al otro, a saber, hablar claro, mentir, omitir, no voltear o no responder el guiño. Las cosas que no hacemos también conquistan naciones y corazones. ¿Si no hubiese ido jamás a ese lugar, no estaría aquí predicando en medio de un pastizal? ¡El hombre desquehacerado es inhumano!

El hombre en llamas, yo, el hombre árido, el ayurvédico y el asceta, deciden que: hacer determina, pero no hacer, mina. La existencia misma es no haciendo o haciendo, todo es gerundio. ¿Qué hacer ahora? ¡Nada! De todos modos, no hacer es ser, y hacer es siendo no haciendo. ¡Soy lo que no hago!

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