Tú eres la pulsión

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Recuerdo el momento en el que pasamos de la virtualidad a la realidad. Los primeros meses de contacto fueron a la distancia y pronto nos dimos cuenta de todas las cosas que compartíamos. Tuve miedo de que desaparecieras, porque vivimos en una sociedad que es gestionada para generar personas ansiosas y depresivas. Tuve miedo de que llegara el momento en el que tomaras la decisión de ya no existir y, aunque sé que suena egoísta, ya no poder estar contigo. El día que te conocí fue una especie de disrupción en la monotonía de la vida adulta. Nos vimos y supimos que éramos nosotros. Corrimos para abrazarnos. Fue raro que esa imagen negra del monitor se convirtiera en una corporalidad tangible y que la imagen mental que tenía de ti deviniera una realidad. Tu cabello negro y rizado, tu cuerpo delgado y ese aire punk que me deleita. Ningún chico me había regalado un chocolate. Fuiste el primero, como lo has sido en muchas cosas. 

En mi mente había creado emociones que me gustaría experimentar. Tú eres quien ha hecho realidad todas esas emociones. He tenido muchas idealizaciones respecto a los chicos y, aunque cada vez me alejo más de ellas, tú eres lo que siempre deseé. Tú y yo podríamos ser un por siempre si no estuviésemos envueltos en esta relación asimétrica. Me duele aceptar que estoy en una posición de poder frente a ti y que tal vez eso es lo que te envuelve tanto de mí. A veces caigo en esas preguntas sociológicas al pensar si tus sentimientos realmente son genuinos, pero al final de cuentas, ¿qué es un sentimiento genuino? ¿Podríamos separar lo que la sociedad dicta que debemos sentir de lo que realmente sentimos? 

No lo sé, porque a pesar de que la sociedad me dice que no debo sentir nada hacia ti, que nuestro vínculo no es correcto, siento que me desbordo de amor cuando me dices bella; cuando dices que me amas; cuando me das el valor de mirarme al espejo; cuando haces un ejercicio hermenéutico de mis textos mostrando fascinación; o cuando escucho todas las idealizaciones que haces sobre mí. ¿Y qué se supone que debería hacer? ¿Debería comportarme como una persona racional para cortar todo tipo de contacto contigo? ¿Debería alejarme de ti porque el orden social lo dicta? La razón me hace responder afirmativamente, pero la emoción me hace dar una respuesta negativa. No es justificación, pero finalmente somos una unidad de razón y afección. Quiero seguir a tu lado, porque tú eres la pulsión.  

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