De hijos a padres, niños siempre

doll-299992_1920-thegem-blog-default

1

Trece años, de los cuales siete pasé trabajando porque en casa era el hombre y porque no alcanzaba para un dulce, pues no estaba en el menú que mi mamá organizaba por cien pesos a la semana. El día del niño pasó desapercibido para mí toda mi vida, antes de ser padre, a los diecinueve. Paso a la juguetería y le compro a mi hijo algo que seguramente a mí me hubiera gustado a los seis años de edad. Y no voy a ocultarlo, también compro algo para ese niño de seis años que vive dentro de mí. No se ha ido, solo está esperando fechas especiales para pedirme lo que nunca tuvo.

 2

Muñecas tuve dos, mi mamá las compró a escondidas de mi padre porque decía que no podía gastar en tonterías, tonterías que hacían feliz a una niña de cinco años y enfurecían a un adulto de cuarenta. Sabía que existía el día del niño porque mi amiguita y vecina recibía todos los años aquello que les pedían a sus papás en “El día del niño”, mi padre decía que estaban locos y, además, que eran ricos, nosotros al parecer no éramos ricos. Cuando yo iba a la escuela, le ayudaba a la señora de la cooperativa a cocinar y me daba dinero, lo guardé para comprarme algo el Día del niño, pero mi papá se enteró y me quitó el dinero. El Día del niño dejó de existir para mí a los nueve años, y lo recordé a los diecisiete, cuando mi primer hijo cumplió un año.

14

Dejar un comentario

X