El niño perdido en el universo

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            Era un hermoso día, las nubes hacían de algodones en el cielo, la timidez de su cuerpo se aproximaba hacia mí y verle, extrañamente, hacía que el día pareciera aún más hermoso. Yo me preguntaba, ¿en qué momento comenzó a ser tan importante? ¿Desde cuándo comencé a percibirlo no como persona ni como amante, sino como hogar?

            Tan bello se veía, que en mis labios se dibujó, inmediatamente y sin percatarme, la cuenca de la alegría. Sin embargo, más próximo a mí, pude verlo con claridad, él no estaba, se había ido el niño de las estrellas y las lunas de octubre.

            Sus ojos, siempre navegando en el infinito universo, habían caído por un agujero de gusano, quizá no se había ido del todo, solo estaba en un lugar que sólo él conocía. No es un pecado tener nuestras propias realidades, siempre y cuando volvamos a la realidad colectiva, pero, él se había quedado ahí, quedó atrapado en el agujero, mientras yo, débil y agotada no pude esperarlo.

            Espero que no se dé cuenta cuando salga del agujero de que quien prometió viajar con él por el universo, ver estrellas nacer y cometas volar, huyó por el miedo de estar sola, esperando junto al agujero, deseo que un día los fantasmas lo dejen salir de ahí y siga navegando por el universo. Psicosis, me dijeron que se llama.

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