
Era mejor de lo que yo podría pedir,
siempre agradecí al tiempo por la sincronía.
Vivir en meses lo que pudo ser años,
siempre presente por si se terminaba el plazo,
y por la escasez de abrazos que traería consigo.
Y en este caso, la vida no nos dejaría tener más arrebatos.
Dejaría de escucharte, alarmarte o sólo mirarte,
terminarían los viajes circundantes.
Te desvaneciste en un «Te veo en un rato»,
apostamos todo por ese breve plazo,
pero ahora estoy sola en esta capilla
con el enojo y todos mis jodidos en vano.
En vano haberte visto días enteros en ese cuarto.
En vano sentarme con tus papás a platicar.
En vano el desgaste.
En vano el amarte.
En vano darte mi mano.
En vano planear una vida.
Porque tú ya no estás aquí.
No puedo reclamarle a nadie más que a mí,
pararé de rezar o manifestar,
nada basta para tenerte aquí.
Prefiero el exilio al abismo,
debe parar la incertidumbre aquí.
Discúlpame, pero ya no quiero vivir así.
Quédate con tus demonios que te comen uno a uno.
El primer plan de huida fue el tuyo y no el mío.