Esto es sólo para decirte, querida Luna

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No conozco palabras que expresen lo que mis ojos sienten. Unos dirían que a tan corta edad no tendría cabida sentir esto, otros dirían que ya es tarde para pensarlo.

A estas horas, donde mi sueño y las incongruencias de la vida caen en una profunda locura, la luna me resulta un mar de solemnidad y tranquilidad.

¿Qué estará filosofando? ¿Algún día llegará tarde? ¿A momentos quisiera rozar las llamas del sol?

¿Cómo es que se resiste a la idea de irse? Desaparecer del cielo, moverse junto con las nubes, a las cuales estoy segura de que envidia, porque yo también lo hago pues se pueden mover a donde sea que sientan que deben estar. No buscan obedecer una ruta o responsabilidad.

La luna, en cambio, necesita cumplir con su trabajo, toda la humanidad tiene una gran expectativa sobre ella; no la dejamos en paz ni un sólo turno.

¿Se sentirá ahogada? Querida Luna, tu luz, primogénita tuya, corta las tinieblas e ilumina la noche oscura, manteniendo el orden aún en el reino de las tinieblas, tu luz nunca cesa y sin embargo grita y expresa tus ganas de escapar. Luna, ¿te agrada la oscuridad?, ¿también quieres irte?, o ¿sólo trabajan juntas para «el bien común»?

Algunos días, el deseo de ser amiga de alguna nube que me invite al cielo para conocer, por fin, al viento, enloquece mi alma. Pero, la Luna se queda ahí, bella, completa, solemne y se ve tan calmada, que cientos de almas nos refugiamos en su cuerpo celeste perfecto.

Esto es sólo para decirte, querida Luna, que esta noche me dijeron, el viento y las nubes, que puedes venir con nosotros y salir un día al cielo.

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