Era un hermoso día para cuando la primera mujer de poliestireno fue creada, el mundo entero olvidó el escepticismo en el que fue envuelto desde el momento en que uno de los más grandes y afamados laboratorios del mundo reveló su más grande proyecto ante la ausencia de mujeres en el mundo. Toda esa incredulidad fue absorbida por una ola enorme de gritos cuando por fin fue anunciada en los periódicos una primicia corta pero concisa que provocó una ovación mundial:
Volvieron las mujeres. Se leyó en todos los titulares del mundo.
No se recordaba un momento en toda la historia de la humanidad en que se desatara una efusividad global ante una noticia; probablemente lo más cercano a esta euforia colectiva fueron aquellas veces en que se anunciaba el final de guerras mundiales, pero esta vez se precisaba diferente, el mundo entero sabía que las siguientes guerras serían distintas, ya no habría más bajas humanas. Imagínese la magnitud de la noticia. La historia nos ha enseñado de forma muy dolorosa los errores ejecutados en conflictos bélicos; durante las primeras guerras sacrificamos hombres y el saldo fue de millones de bajas, después, creyendo aprender de los errores, sacrificamos niños y el resultado fue igualmente atroz, sin embargo, aún nos esperaba algo peor, optamos por mandar mujeres, lo cual fue nuestro más garrafal error, nos quedamos sin una sola mujer en el planeta y, por ende, también nos quedamos sin niños.
¿Ahora entienden el porqué de semejante regocijo? Con las nuevas mujeres de poliestireno jamás volveremos a cometer el mismo error. Este avance en la ciencia nos permitirá mandarlas a las guerras y no vernos afectados como humanidad nuevamente, este es sin duda el más grande capítulo de la historia; por fin logran converger juntos la humanidad y la ciencia, para dar como resultado un nuevo mundo, después de tanto yerro, ahora sí aprendimos la lección. Porque bien dice aquel famoso refrán: “Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla”.
