Reencuentro

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Para Karen

Era un hermoso miércoles para hablar del pasado. Ahí estabas mirando a las personas transitar, y con violenta atención descifrabas la trayectoria del viento. Yo de lejos alcancé a echar un vistazo y reconocí quizá tu nombre, quizá tus ojos. ¡Eras tú! La mujer que hace 20 años estaba sentada a mi lado, con la cual aprendí el abecedario y las multiplicaciones.

No podía creerlo. Un niño de primaria qué puede saber sobre los misterios del tiempo si lo único que pasaba por mi mente era calcular las horas y los minutos que faltaban para salir al recreo.

Qué fácil era leer a Paco el Chato una y otra vez porque era nuestro cuento favorito del libro de lecturas, qué fácil era identificar el sujeto y el predicado en una oración. La maestra Nina, donde quiera que se encuentre, tal vez no sea capaz de reconocernos, pero en el fondo presiento que cada uno de nuestros maestros guardó una chispa de nuestra niñez.

Ahora, la adultez está sobre nuestras espaldas. Viene cargada con su caos y su constante cambio, enfrentamos cada día responsabilidades mayores y empezamos a tener conciencia de dónde estamos parados. Ya no se trata de aprendernos las capitales del mundo sino de sobrevivir en él.

No todo es amargo, también podemos disfrutar de unas cuantas tardes manifestando recuerdos entre tú y yo, y, al igual que en un espejo, mirarnos fijamente y reconocer a los niños que fuimos.

Ahora que volví a encontrarte no sé qué sentí. ¿Alivio, desesperación, amor? No sé…

Aquel miércoles era un hermoso día para prometer que ignoraré el presente sólo si en tus ojos puedo leer el lenguaje del pasado, era un hermoso día para no tener miedo porque ahora no estaremos solos, porque puedo decir que tú viniste del pasado para sentirte libre en mis brazos y yo llegué a tu presente para volverme prisionero de tu boca. 

 

Semblanza

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