Remedio para el alma

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Siempre fuiste luz

en mis noches más oscuras,

canto en mis días de penuria.

 

¿Qué puedo yo hacer por ti,

que tú no hayas hecho ya por mí?

¿Cómo?

Mi viejecita, ¡divina!

Tu amor es único.

 

Sé que, aunque lejos esté

y tus pasos no me acompañen,

en tus bendiciones me encuentro.

 

Tengo en mis venas

el legado de tu amor profundo.

 

Mi vínculo eterno.

 

Sin ti, mi vida sería un verso sin rima,

un rebozo sin calor.

 

Eres bálsamo en mi alma y no lo sabes.

Hermoso es el día si tú estás en mi vida.

 

En mi corazón resuena tu voz, tu risa.

 

 

Te quería contar que ayer te soñé,

estabas ahí en tu cocina

preparándome un té.

                                      

Te veías un poco más cansada.

Me abrazaste y volví a ser tu niña.

 

Abracé ese lindo corazón,

me acompañaste a tomar un tecito.

 

¡Ay!, mi viejecita, me acordé de ti,

pude sentir que se me partía el alma

en un suspiro.

 

El tiempo en tu regazo es mi consuelo.

 

Despiadado, ambicioso tiempo

viene queriendo separarnos.

 

En tu piel tienes mapas,

de tus huellas de tanto andar por la vida.

 

¿Qué haré sin ti? Tus cabellos se pintan como las nubes,

eres paraguas en las tormentas, que no desvanece.

 

 

Me enseñaste, que la vida es como el té, amarga y dulce,

en la casa de mi viejecita el tecito es la poesía,

y el rebozo es el consuelo que ahuyenta toda agonía.

 

Las hojas secas de la planta danzan en el agua hirviente

como sanando el corazón doliente.

 

En cada sorbo las penas se desvanecen

como el humo en el aire.

 

En cada taza de tecito

un remedio para el alma

y cada oración con devoción

basta para sanar el corazón.

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