
La belleza de lo efímero es acechada por la nostalgia,
el deseo y el estrés de un futuro incierto.
Tomo en mis manos el ruido que me rodea,
lo cargo tan sólo con mis palmas
y lo arrojo lejos de mis oídos, de mis ojos y de mi boca.
Estamos rodeados de líneas que parecen tener
una dirección, una forma o una salida.
Pero las líneas se atoran, sean rectas o curvas,
sean duras o blandas.
Tan sólo queda lo efímero.
Sólo queda un buen día
independiente de otro buen día.
Por qué hay líneas que se cruzan
y otras que nunca chocan.
Cuando chocan hay líneas que se rompen
y sólo queda un día a la vez,
un sorbo a la vez y luego un suspiro,
un beso a la vez y luego una lágrima.
A veces no sabes si prefieres tener tus líneas
enredadas o quebradas.
Las líneas enredadas hacen garabatos en nuestros ojos
y nudos en nuestro corazón.
Pero las líneas rotas son ligeras y volátiles.
El sol aflora en el telar azul
mientras la luna es cubierta por sábanas blancas y espumosas.
El cabello se enreda y la piel se abre.
Pero entre los nudos y entre la sangre tibia
que emerge de la piel
hay un buen día,
uno a la vez,
tan sólo un buen día.