Tiempo

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Seis y cuarto de la mañana. El frío se cuela por la ventana de Elias, lo siente en la punta de sus pies. Un instante después suena la melodía repetitiva de cada mañana. Sin abrir los ojos sale de su cama, estira su mano y toma su ropa y toalla que religiosamente dejó una noche antes en la esquina de la cama.

Agua fría sobre su cabeza, recorre su espalda, y sigue el flujo continuo de la regadera. ¿Qué desayunara? Café, fruta, pan. Su novia sigue en la cama, se despide mientras camina a la puerta. Seis cuarenta y cinco, se hace camino entre los peatones y entra a la estación. Sube al vagón. A través de la ventana, gente corriendo. El metro se detiene, las luces parpadean. Cinco, diez, quince minutos, la misma estación.

 Siete veintitrés, corre a través de las escaleras del metro tan rápido como su traje gris le permite. Intenta tomar un taxi. Ve las manecillas de su reloj, parecen reírse de él, correr las cinco estaciones faltantes suena imposible. Debe hacerlo. Es cierre de mes, nada le va a interesar a su jefe, quizás no debió desayunar, ¿cerró la llave de la regadera?, ¿la junta era hoy?

Ocho y cuarto. Casi lo logra. El sudor cae sobre sus ojos, los autos le pitan: ha estado cruzando sin mirar. Tres cuadras más. Su agujeta está suelta, pero no puede parar, ¿dónde está su gafete? Lo metió en… Negro. Calidez. ¿El mar?, ¿qué sucede? Una voz lejana: Estás bien, vamos hacia el hospital. Un pitido en su oído. Paz.

 Junto a la camilla, su novia. Solo un par de fracturas, tuvo suerte. Al salir le entregan su reloj, las manecillas han caído, ya no marcan ninguna hora, solo flotan dentro del cristal estrellado. De camino a casa su novia le dice enojada que su jefe lo despidió. Elias ríe.

De nuevo el viento en el cuarto. Inhala profundo y sonríe al sentir el calor de su compañera. La besa y ella despierta. Mira los ojos miel frente a él y el viento crece en su pecho. Salen de la cama junto a las aves fuera de la ventana, su canto y vuelo entre las ramas componen una melodía en tiempo real. El sol asoma sus rayos y el ambiente cambia.

 Su novia se baña. A lo lejos escucha el agua caer, parte fruta y sirve jugo. Hoy desayunarán juntos. Ve el cielo inmenso y las nubes moverse a ritmo propio. Con medio cuerpo fuera percibe la brisa y el sol sobre su piel, el olor de los árboles. Cierra los ojos, en su mente un mar azul se funde con el cielo. No hay futuro, ni pasado, el presente lo envuelve. Las posibilidades son infinitas. Libertad.

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