Un amor y un adiós

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Con el tiempo y con ayuda de la vida me di cuenta de que como seres vivos tenemos un común denominador: el sueño eterno.

Eso me ha motivado a averiguar qué pasaría si… Podría sonar melodramático, sin embargo, en mi lecho de muerte no quiero arrepentirme de las cosas que no hice.

Por eso me acerqué a platicar contigo, Victoria. Cuando te vi no fue amor a primera vista, pero bastaron 21 días para que me enamorara de ti.

Lo único que sabía era que solo quería estar contigo, no tenía fundamentos lógicos para explicarlo. Algo me decía que eras la chica indicada con la que iba a pasar el resto de mis días. No es ningún secreto que al pasar los días a tu lado me haya enamorado cada vez más.

El destino me hizo una mala jugada, la vorágine de emociones y sentimientos hacia ti no fueron correspondidos.

Tontamente y aún después de que me rechazaste te seguí mostrando la mejor versión de mí, albergando la esperanza de que me correspondieras. Empresa completamente inútil.

Cuando me rechazaste hicimos un trato: ser amigos. En verdad no sabes cómo lamento no haber  podido cumplirlo. Con el transcurso del tiempo me interesé tanto por ti que no pude verte como mi amiga y me enamoré aún más.

Llegó un momento en que temía no poder controlarme y mostrarte mi lado cursi, es por ello que un día decidí alejarme de ti, para no incomodarte.

Mientras pasaba todo esto tú salías con alguien más; me lo dijiste hasta el día que decidí alejarme de tu vida. No lo reprocho, al contrario, al saber esto mi decisión de marcharme solamente cobró más fuerza y es que, también, me fui porque no quería (ni quiero) interferir en tu vida amorosa, no quiero ser un trazo no deseado en la obra de arte de tu vida.

No quiero causarte ninguna molestia fruto de mi necedad por querer una vida a tu lado. Es por eso que como amigos hay cosas que no hacemos, resultado de mi decisión. Cada día y cada noche me persigue y atormenta como un formidable cazador la idea de las cosas que no haremos como pareja. Puede que esto parezca egoísta, sin embargo, dejé de pelear por estar a tu lado, por ti.

Hice a un lado mi filosofía de hacer las cosas, abrazando el ideal de no hacer las cosas para dejarte marchar con la persona que amas.

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