Algo revuelto

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Tal vez esperabas una gran cena para tu bienvenida.

Me habría esforzado en pensar cuál sería el platillo fuerte y cuál el delicioso postre para endulzar nuestros paladares, pero no tendría ánimos para preparar ninguno de los dos.

Te habrías entusiasmado al verme puesto aquél vestido de estilo coqueto y femenino de nuestra primera cita, de una dulce primavera.

 

Platos rotos, cortinas desgarradas y joyas fuera de sus cajas. Un estruendo ensordecedor.

Cartas a medio quemar, fotos cortadas por la mitad y una silla volcada. Un relámpago cegador. La lluvia repiquetea por la ventana, el viento entra por la puerta y un huracán ha revuelto todo el lugar, ha despertado a la soñadora y ha apagado las luces.

Gritos. Crash. Sollozos. Pum. Una y otra vez, hasta que llega un soplo tranquilizador, casi perezoso, una señal de la aterradora tranquilidad que se avecina.

 

Al llegar, encontrarías aquel vestido desgastado hecho trizas; seguramente, la oscuridad te impediría reconocer el lugar, o ni lo intentarías. En el mejor de los casos, el impacto de la pesadilla que se alza ante ti es más fuerte que una bofetada.

Todo tu mundo se quiebra y la ilusión se difumina, como el cuadro descolgado de la pared y el final de aquel truco de magia lleno de promesas.

Solo la mesa con los cubiertos y la cristalería se mantiene en pie. Las copas de vino reflejan todo en su superficie, una quebrada y la otra con la marca inconfundible de mi labial. El vino se ha derramado de la botella fina.

 

Tic tac. Silencio. Tic tac. Oscuridad. Un susurro de flores caídas.

La maleta faltante, el vacío en el armario. Un frío glacial. Una sonrisa burlona de la suerte para ti, para mí.

El mensaje es claro con el mar en calma, aunque no esperaría que lo entendieras; aún está algo revuelto cuando me limpio el gusto salado de la cara. El agua volvería lentamente a seguir su propia corriente, poco a poco con mayor serenidad, pero tú la seguirías escuchando agitarse. Una inquietud. ¿Te asustarían las olas que se asoman y salpican tus zapatos?

Todo ha sido tan irreal que no creo estar despierta, todavía hay algo revuelto en mí.

 

Percibo un sabor más dulce en mi boca y una brisa fresca que me acaricia. Solo entonces me permito lanzar ese suave suspiro contenido mientras floto tranquilamente bajo la luz del sol.

La palabra brota de mis labios en un susurro, pero sé que en el vacío de aquel desastre tormentoso seguiría resonando a tu alrededor como un grito.

Adiós.

7

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