Llorar por las noches, levantarme y ver a las personas con una sonrisa, fingiendo estar bien, es el mejor ritual que sé hacer.
“No somos nada”, pero salimos, nos mandamos mensajes, videos, vamos a conciertos, a restaurantes, tenemos relaciones, pero “no somos nada”.
Estoy harta de oír eso. 6 años llevo esperando “ser el todo” de alguien, pero al parecer soy con la que en un fin de semana se lo pasan bien. Soy el amuleto de la suerte porque una vez que me enamoras, alguien más llega a tu vida y se convierte en tu pareja, mientras yo me quedo viendo cómo te vas lentamente.
“No somos nada”, pero si salgo con alguien está mal, pero si tú lo haces yo me tengo que quedar callada y aguantar, no tengo que ser muy apasionada porque es una ilusión de mi cabeza y nunca va a pasar en realidad.
Sobrepensar, enojarme y al final fingir estar bien para no incomodar, porque si digo algo es por intensa; está mal que me enamore porque “todo quedó claro” desde un inicio. No puedo expresar mis sentimientos porque es incómodo, no te puedo gustar porque tú no me gustas a mí.
Luchar contra los propios pensamientos día a día, durante meses y años, es lo peor que alguien puede atravesar. Un “casi algo” o, mejor dicho, un “casi nada, pero un casi todo”, es una estupidez, nadie quiere a medias, o das todo o no das nada.
No quiero ser esa persona a la que llamas solo cuando te sientes solo, a la que buscas cuando pasó un mes y no has sabido de ella, cuando quieres un favor y esperas que te abran las puertas como la última vez.
Quiero comenzar mi día feliz, con un mensaje de buenos días, con alguien preocupándose por mí, quiero calidad y cantidad, quiero tener ese ritual de amor día a día, quiero que me amen completamente, no un “casi algo”.
Pero en el fondo de mi corazón espero que nunca te enamores de alguien más porque tu encanto se quedó en mi piel, y aunque no fuimos nada, para mí siempre serás mi todo.
