
Escúcheme tantito mientras preparo la comida, abuelita. Es que no entiendo, pero llevo un tiempo soñando con su casa, la de Chamapa. Y lo que me preocupa es que la sueño con miedo, siempre sale algún espanto o me pasa alguna tragedia allí dentro. Viera lo exaltado que despierto cada que tengo pesadillas sobre esa casa abandonada; quizá me está pidiendo algo, a lo mejor quiere que me regrese, pero qué miedo, abuelita. Le cuento porque usted aparece a mi lado siempre, digo, es su casa al fin y al cabo, y me calma que usted me acompañe en el terror, pero ya estuvo bueno de soñar puras cosas feas sobre su hogar. Lo que quiero decirle es que, si usted me anda mandando tanto sueño feo, por favor, pare, no voy a regresar porque usted ya no va a estar conmigo. La visito en la iglesia, donde está su cajita, eso sí.
Bueno, hablamos mañana abuelita. En el nombre del padre, del hijo, del espíritu santo, amén.