Rituales propios

pexels-niraj-yadav-18739956-scaled-thegem-blog-default

A través de un sueño en el que han caído mi mente y mi cuerpo, y sin poder decidir si quiero estar aquí, miro tus ojos cálidos y profundos abrirse y cerrarse a un ritmo desconocido. De pronto ya no sé si eres una nota mayor o menor, si tu ritmo es de vals o corrido, no sé mucho de ti, y es por eso que formulo preguntas sobre si permanecen tus mismas ideas, si luchas por los mismos ideales o si acaso simplemente tu alegría seguiría intacta y aún vas escuchas la misma sinfonía, en el mismo lugar y con el mismo traje. A decir verdad, después de creer conocerte, este acto sin fundamento se convirtió en una falacia, dando lugar al recuerdo al cual regresaría para poder abrazarlo, pero que al mismo tiempo me abstendría de volver a vivir.

En este sueño imprevisto y nada deseado por mi mente consciente, tus ojos de atardecer inundan mi cuerpo con un calor infernal. Te busco desesperadamente, como busca mi cuerpo paralizado una oración divina que me ayude a salir de él. Han pasado varios días de no poder dormir profundamente, ya he probado todas las posiciones habidas y por haber que me ayuden a descansar, mi cuello no cede, está tenso, mis brazos se sienten como hormigas que van y vienen, siento adormecidas las extremidades superiores y también siento con suma tristeza que mi amor por ti está igual o más paralizado. Voy al pasado, y como de costumbre, recorro las calles desiertas y frías de mis errores como queriendo buscar una respuesta que me brinde la tranquilidad para poder seguir sin ti, sin el recuerdo, sin tu voz y tu rostro tatuados en mi hipocampo. 

En mis pensamientos del futuro no hay calor, mis pies descalzos sienten el gélido pavimento que rodea todo el escenario, no hay camino ni esa luz de la que tanto habla tanta gente. Sólo neblina que vuelve mi respirar un suplicio. No puedo huir de ti o, más bien, no quiero. Me esfuerzo para permanecer cerca. Pero en realidad estoy lejos, físicamente lo estoy, mis manos no pueden sentir las tuyas, mi cabeza ya no descansa sobre tu regazo, mis oídos ya no son todos tuyos. Tú ya no eres, yo ya no soy, ya no somos.

Cuando no estoy dormida, sigo mis propios rituales con el fin de mantener mi cabeza muy lejos de tu nombre. Beber aquel vaso de agua todas las mañanas al despertar hace que recuerde lo transparente que debo ser conmigo misma, lavar mi cara con agua y jabón y cepillar mis dientes me da un nuevo aliento, porque todos los días se comienza de nuevo. Cambios vienen y cambios van.

Actualmente somos la meditación, mi rutina y mis rituales contra ti y el mundo.

Benditos rituales, bendito tú.

16

Dejar un comentario

X