Amor eterno

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Yo vi a Sebastián:

una veta de amor

de cabellera negra,

belleza auténtica.

 

Todo el tiempo

nos encontramos,

nos reunimos,

somos amigos.

 

Mueves las pestañas,

salen estrellas

de tu interior.

Sonríes, y después de verte,

a ella se le olvida el miedo.

Aprieta los labios

que se prueba

antes de dártelos,

son de incendio sus besos,

te cansas de besar,

pero igual quieres

acercarte por sorpresa

y luego, así como así,

caer en la boca destinada a ti.

 

Conversan más,

te gusta todo de ella.

Repite tu nombre

de una forma diferente

que lo mantiene a salvo

en su boca.

Te transfigura,

te convierte en una bestia de locura.

Le dices te amo, porque lo sientes,

porque crees que se le olvidará

y de pronto, te abraza,

tu cansancio se olvida.

 

Ahora sólo existe tu rostro,

ese rostro que se interna

en los días en que todo sale bien,

días en que puedo escuchar tu voz.

«Deberías comenzar amando

a alguien que odies».

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