Día lunar

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Después de tres años y veintinueve días,

aún me cuesta vivir sin la calidez de sus abrazos,

sin el norte de su protección cuando el sol quema la piel,

mis alas de cometa derruidas por intentar tocar el cielo.

 

Ese cielo arrebatador de mi alma y de mi corazón,

octubre otoñal de la noche calenda sucumbe al amor,

es el día perfecto para morir y que renazcan dos estrellas,

amor de la eternidad que cruel y doloroso,

de noche y de madrugada ocurres.

 

Ocurres llevándote mis dos luceros más amados,

y con ellos mi alma y corazón,

los días y las noches pasan,

las estaciones cambian,

sin percatarme del temporal.

 

Los meses y los cambios de estación pasan,

enterrándome dos años con ellos,

dos años en sus tumbas, anhelando se volviera real,

sola desaparecer y acabar de una vez con el dolor,

dos años contemplando las lunas de madrugada,

intentando absurdamente localizarlos.

 

Días lunares ocurren,

en una luna distinta después de dos años,

sin la sombra de la muerte,

las heridas no dejan de sangrar.

 

Días bellos a mi lado, conociéndome,

reencontrándome con mi ser,

y siendo inmensamente feliz conmigo misma,

 

Desprendiendo los lazos paternales,

permitiéndome reinventarme en una luna nueva,

donde permitirse ser verdaderamente,

construyendo día con día los momentos en que todo sale bien.

 

Días de novilunio,

donde un día de repente,

alguien se metió en mis pensamientos,

un gato de lunas y cosechas naranjas,

llegó a alegrarme los días en mi tejado.

 

De esos ojitos quiero robar su alma a besos,

pero jamás siquiera intentaría concluir ese hechizo lunar,

estrellas fugaces somos, alegrarnos los días,

aunque el corazón aún se encuentre perdido

por el conjuro de la muerte, no será un para siempre.

Con unos meses,

o un año,

o lo que la vida nos permita,

acompañarnos basta para ser feliz.

 

Cuando el ciclo lunar se cierra,

siempre me tendré a mí  

y a la naturaleza en donde, en su esplendor,

he encontrado toda mi felicidad

y he podido aliviar el dolor de mis heridas.

 

La dicha de vivir apasionada,

realizando mis sueños y trabajando en mí,

me ha costado demasiadas lágrimas y obstáculos,

conseguir la paz mental en la que hoy me encuentro.

 

Sé que un día capturaré una estrella de mar

y ahí me quedaré.

En el espacio de universo de letras,

encuentro la conexión con mi alma y corazón,

perdida en el abismo, siento que son días en lo que todo sale bien.

 

Al despertar con el alba,

observando la silueta en mi balcón,

de los amantes de hielo montañosos.

En los pastizales tirada,

cerca de flores de lavanda,

viendo cómo las abejas extraen,

miel que endulza la tierra.

 

En el canto del cenzontle

y el aleteo raudo del colibrí,

mi alma feliz habla con mis luceros.

En el cielo estrellado,

que bordea la sierra a kilómetros del mar,

llevando el sonido de su oleaje en mi ser,

son días en que todo sale inmensamente bien.

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