Por primera vez no tuve ese vacío en el estómago; aquel por el cual sabía que volvería a recaer. Verte no me genera nervios, no me siento incómoda, ni triste.
Volví a conocerme, empecé a tomar en cuenta lo que sentía. Regresé a los lugares que me recordaban a ti.
Hubo más de 3 veces que quise escribirte, pero al final decidí no molestarte.
Empecé a escribir cada vez más y, aunque no lo creas, esa fue mi manera de sanar. Todo esto podría decírtelo en persona, pero seamos sinceros, ya no quieres saber de mí.
Tus prioridades cambiaron al igual que las mías, no es para nada un reclamo, sólo es una manera de expresar lo que alguna vez llegué a sentir por ti.
Agradezco ser tu amiga, pero nunca perdonaré que me hayas apartado sin tener culpa alguna. No quiero depender de lo que otros dicen y, al final, te hago responsable de lo que la gente pensó de mí.
Entendí que no tengo la culpa de las inseguridades y las dudas de otros.
Ahora puedo decir que hice las paces conmigo, pude ver que aquella chica sólo tuvo un error: enamorarse de ti.
Hoy todo está bien, cada día es mejor que ayer.
