Huellas bajo el sol

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Levanté los pedazos que quedaban de mí,
las pocas memorias que pude salvar.
El verano llegó a su fin,
se congela con rapidez esta pequeña ciudad.

Supongo que sólo queda
mi conciencia como compañía.
¿Qué se hace al final de una tormenta?
Limpiar las calles rotas y frías.

Miré al sol,
dulce diamante cálido.
Una sonrisa se dibujaba en mis labios,
una promesa de que todo estará mejor.

Los días pasarán,
tal vez, incluso, los años.
Cambiaré todo lo que me hace mal,
viviré con la alegría de seguir respirando.

Cálida luz amarilla
no me dejes abandonado.
Perderé todo, menos tu sonrisa,
moriré feliz si es a tu lado.

El corazón comienza a bombear
y la sangre fluye dentro de mí.
Nuevamente, desperté por la mañana,
con la simple alegría de existir.

Levantaré cada uno de mis pedazos,
construiré una vida alegre.
A veces solo, a veces acompañado,
en enero, o tal vez, en diciembre.

Un simple día soleado.
Una tarde amarilla.
Un cielo azul y blanco,
el inicio de una vida.

Caminaré,
aunque no tenga sentido.
Sonrisas cálidas al atardecer.
Un mundo que crece conmigo.

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