La incomodidad de sentirse cómodo

pexels-linh-bo-19086018-scaled-thegem-blog-default

Al despertar, me di cuenta de que este sería un día como cualquier otro, que me sentiría fatigado, quizá hasta irascible. Me levantaría, me vestiría entre pequeños quejidos y después me prepararía un café que, tras un descuido, acabaría por quemarse.

Al mirar el reloj, acabaría por darme cuenta de que se iría el tren en cinco minutos y que, al llegar con una hora de retraso, me encontraría con que han decidido descontar mi paga del día. Ese sofocante pensamiento me obligaría, entonces, a beber el nauseabundo café chamuscado de un trago, tomar mi abrigo, mi maletín e ir fuera.

Correría entre arrebolados vientos matutinos, entre niños camino al colegio y viejos camino a la iglesia. Podría chocar con alguien que procedería a insultarme para luego seguir su camino.

Luego de un fastidioso trayecto en tren, llegaría con cinco minutos de antelación para sentarme a hacer algo que antaño me apasionó, pero que ahora repito con un poco más de humanidad que una máquina.

A la hora de la comida el tiempo no me alcanzaría para terminar mis alimentos y habría que guardarlos en su envoltura o, por otro lado, desecharlos. Regresaría a repetir mis tareas y mientras el sol se escondería de la luna que tanto aguarda por encontrarle, me preguntaría si acaso podría hacer algo distinto en algún punto.

Volvería a casa tan exhausto que sólo me quedarían energías para caer muerto en la cama, ya sin esperar nada distinto.

Sin embargo, hoy ha sido diferente, desperté con una peculiar sonrisa, que infiero habrá sido regalo de algo más grande que yo mismo. Me vestí e hice el intento de verme mejor de lo usual, me afeité esa tupida barba y cuando me encontré bebiendo el café matutino aún tenía plenitud de tiempo para obsequiarme.

Salí con animosidad, como descubriendo un mundo más allá, un sitio que no sólo eran mis pensamientos, mi soledad y mucho menos . Disfruté de lo cotidiano como nunca, tal cual un pequeño descubriendo, asombrado de todo.

Tanto tiempo pasé sumergido en la ominosidad de mi autoría que había olvidado todo lo que hay más allá. Había dejado de entender a la vida. Posiblemente no sea más que un inusual sentido de supervivencia, a lo mejor mañana vuelva a sentir lo que antes imperaba en mí.

Y si ese fuere el caso, al menos entenderé que el tiempo ha de sanar todo, incluso si ha de ir tan lento. Al menos comprenderé que esa inquietud por un día que sale a la perfección, no es más que un inútil miedo que acaba por matarse a sí mismo.

21

Dejar un comentario

X