
Los días en los que todo sale bien
no me frecuentan tanto como antes,
tanto como hace varios años,
quizá nunca frecuentaron
pero no me daba cuenta,
extraño esa ignorancia.
Sin embargo, crecer me fue inevitable
y cuando aún podía aferrarme
a mi niñez, me negué.
Ahora la añoro más que nunca,
pero sé que aquellos años
me son imposibles de borrar,
por lo que les doy un abrazo
y les agradezco que me enseñaron a amar.
Me quedo con los recuerdos,
pues lo tangible se tuvo que marchar,
pero de madurar se tratan los años,
y entendí con el tiempo que,
aunque poco ya me visiten los días perfectos,
los días sin defecto,
todos los días que puedo disfrutar
de las maravillas que la vida tiene para dar
son días en los que todo sale bien.