
Llega noviembre,
todo el mundo se disfraza de calabaza,
pero qué raro es,
pensó la nahuala.
Aquí,
en mi lindo Yucatán,
nos alegra de verdad
porque ya vienen las chíchís.
¡Ay, que rico sentí!
Ahí viene Doña Rosa,
a contar su decir
desde el pueblo de Motul,
no me importa si no alcanzaste combi
vente en mototaxi
solo ten cuidado de que no se te vea tu pirix.
Sus leyendas
qué lindas y misteriosas letras.
¡Cómo me gusta escucharlas!
Aunque se me pare la greña.
Me gusta cuando llega
porque luego como de esa mesa,
la vez pasada
me robé elotes, tamales,
¡ah!, y un zapote.
Juguetes de maderas para los infantes,
cigarros, botellas, para el Tío Andrade,
no te vayas a comer antes su comida
espérate a que vengan los pixánes.
Al arreglarme para el Hanal Pixán
me pongo mi terno,
ese floreado y colorido
que mi Mami Lupita me regaló.
Joyas, flores, zapatos y jaraneada,
cómo me gusta estar así de arreglada.
Lo único raro que veo
es que las mujercitas se pelean de qué lado
va el arreglo del cabello.
Velas, cruz verde representando la ceiba,
el árbol de la vida,
manteles, mesas,
los fieles difuntos nos esperan.
¿Por qué estás triste, gringo?
Si aquí viene tu abuelito,
aunque no lo veas
lo puedes sentir.
Aunque debo admitir
como estudiante que soy
debo esperar
para comprar a oferta mi mazapán.
Porque están al 3×2,
¡Máreee, qué coda que soy!
Me gusta mucho mi Yucatán,
es como una gran fiesta.
Y aunque ya se van los pixánes
el próximo año regresan.
¡Bomba!
2