Coherencia en las palabras no existía,
poner en tinta y delinear fue la viva experiencia
de tenerla en las manos,
emociones intensas, inolvidables, dulces,
como una cucharada de miel,
como aquellas que ocultar no se puede.
Daba pie al paso del tiempo,
corriendo días, minutos, horas, semanas, meses,
y pese a las lágrimas el cariño no se desvanecía.
La locura esperaba un viernes por la noche
o un domingo durante el amanecer,
de esa que te hace llorar hasta quedar agotada,
que es tan pesada que el cuerpo no despierta.
Un antes y un después de ti,
de lo que fui, de lo que conociste.
Escuchar tonos de voz diferentes todos los días,
letras excepcionales,
pero habrá algo que solo podrás mencionar tú.
El efecto mariposa más grande de mi ingrata existencia,
¿y ese final feliz?,
¿por qué volver a verte suele ser borroso?
Una agonía generada por tu ausencia,
llevándose mi tranquilidad,
una constelación queriendo ser observada
por un único astrónomo.
Algo roto no quedará en ese estado por segunda vez.
Marcando un final, algo bellamente doloroso,
hojas vacías llenas de sangre y lágrimas,
una cruda fecha, un incendio que consumió todo desde el principio,
y se llevó una vida y sus anhelos,
teniendo por última voluntad oír su armoniosa voz.
