Ayer fui a la cineteca. Vi Aftersun. Me senté hasta adelante y me acordé de ti. Siempre que íbamos al cine nos sentábamos ahí y me decías que desde ahí se podía observar todo. Cada pequeño detalle. ¡A Paul Mescal se le alcanzaban a ver los pelos de la barba, jajaja!
Pensé en los domingos. Cuando nos reuníamos en casa de tu mamá y siempre ponías películas de terror. Una vez vimos Jack in the box. Yo tenía como diez años. Hacía mucho calor y tenía una playera de tirantes. Estaba manchada. Me dijiste que me limpiara y que no fuera a llorar ni a decirle a mi mamá que habíamos visto esa película. Nunca lo olvidé.
Hoy me enteré de que te moriste. Lloré un rato y después me acordé de todas las noches en las que pensaba en ti. Pensaba en cómo serías si no tuvieras barba. Si fueras más alto y delgado. Si no te hubieras ido.
Pensaba en lo que te habría dicho si me hubieras dicho que me querías. Si me hubieras cuidado. Te habría abrazado.
Y pasado un rato, cuando los ojos se me cerraban y la respiración se me descomponía, aparecía tu cara frente a mí. De pronto la cama no era cama y era pasto. Las almohadas eran piedras y la luna era sol. El frío era calor y tú te volvías alguien que no existía. Estábamos en el parque y jugábamos como nunca lo habíamos hecho.
Me habrías querido.
