Hace tiempo que mi ser ya no habita en esta carne, lo que tú ves son huesos, simplemente huesos, son el rastro del dolor, del orgullo y de una pasión desenfrenada; cuando me pediste que te olvidara lo hice, pero fue hace tiempo.
Hace tiempo que me miras caminando por las calles, sonriendo, gritando eufóricamente demostrando que vivo, ¡vive la carne y agoniza el espíritu!, pues cual payaso aún resido en mi propio circo ocultando entre caretas y maquillaje las verdades imposibles de aceptar.
Mi cuerpo es tan lúgubre y vacío como un sepulcro, ¿tú aún piensas que vivo? Lo dices porque sonrío y porque amo o porque respiro y aún te escribo, no te engañes, hace tiempo que morí entre los brazos del dolor, entre los pasos del engaño y entre las sonrisas de tu amor.
Así que mírame con esos ojos negros, porque tú, tú que me ves si vives, vives ardientemente y buscas entre la gente a quien ame como tú, solo no te compares conmigo, conmigo que apenas soy un par de huesos rotos, un alma errante, un espurio personaje y un temido leviatán. «¿De qué te ríes?», te preguntas. Piensa que miento, no te engañes porque tú y tus ojos negros fueron quienes dieron partida a esta alma perdida, ¡hace tiempo!