Locura artística

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Era un día como cualquiera, el aburrimiento me devoraba, estaba sola en casa sin nada que hacer, solo veía las cuatro paredes de la habitación, mi cabeza daba mil vueltas, mis pies se sacudían golpeando las puntas contra el suelo por tanto ocio. No había nada más aburrido que estar en ese lugar. Tenía los codos sobre las rodillas y la cabeza sobre mis manos, viendo hacia la esquina mis ojos comenzaron a distinguir aquellos botes de pintura que tenía olvidados y de un momento a otro recordé todas esas obras que pinté antes de estar aquí. Un impulso me llevó a tomar los botes para observarlos detenidamente.

De la nada, pensé: ¿qué pasará si juego un poco con la pintura? Sentía el deseo de ensuciar mis manos; no tenía explicación alguna hacia mi anhelo, tal vez mi pasión por el arte y la pintura comenzaba a invadir mi cuerpo de nuevo, tanto que mi mente imagino cosas que jamás pensé que haría. Lentamente abrí los botes de uno en uno, me quité el vestido y acaricié uno de los recipientes hasta que por fin mis manos se empaparon en la pintura. Miré mi mano empapada de azul y comencé a frotar los colores por todo mi cuerpo; se sentía bien, ¡me sentía bien!

Mi cuerpo se llenó de colores, cada vez me sentía más llena de vida; en mi cuerpo había un arcoíris.

Lo que resultó fue una obra de arte, una combinación hermosa del cuerpo humano, de la vida y el arte. Cada color representaba un pensamiento retorcido en mi cabeza, cada trazó se convirtió en un recuerdo; nunca había observado nada tan igual.

En todos estos años pintando cuadros, jamás pude sentir el color como lo he sentido ahora, puedo sentir qué significa cada color para mí. Puede que no dure mucho tiempo, la pintura se caerá pronto, pero eso es lo que lo hará único, no habrá reproducciones, no se generarán mil copias, será un momento y después… solo quedará el recuerdo y la satisfacción de haber creado algo tan simple y a la vez tan bello, algo que pocos entenderían, algo de cuerpo y mente.

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