En un mundo distinto los gatos decidieron dejar de caminar en cuatro patas. Se dieron cuenta de lo molesto que era que el polvo se les pegara a los bigotes y optaron por caminar usando solo sus patas traseras. Aunque lo hacían de manera discreta y sin vigilancia. En un mundo distinto los gatos empezaron a observar detenidamente ya no las nubes o los pájaros, sino que analizaban las acciones de los humanos. Cada movimiento era absorbido por sus pupilas, como si a través de ellas aspiraran conocimiento. De esa manera aprendieron muchas habilidades.
En un mundo distinto los gatos platicaban entre sí en los techos de las casas. Contaban cómo era vivir con sus dueños. Curiosamente, varios coincidían en sus experiencias. Unos decían que sus humanos no les abastecían de suficiente alimento como ellos deseaban. Otros reclamaban que ansiaban probar verdadera comida y no esos insípidos sobres de sopas de carne. Fue así como los hambrientos gatos de ese mundo distinto decidieron tomar su destino con sus propias garras.
De madrugada robaron una lancha del muelle. Había todo lo necesario: redes de pesca, carnada para los peces y una manada de gatos bípedos. Se dirigieron a mar abierto y apenas el sol pintaba por el horizonte, iniciaron la pesca. Sus estómagos crujían. Más rápido de lo que imaginaron decenas de peces regordetes se enredaron en las redes como el polvo lo hacía en sus bigotes. Maullaron de éxtasis mientras calmaban su hambre. Pescaron por varias horas, hasta que sus panzas se expandieron como nunca en su mascota vida lo habían hecho.
Los gatos bípedos se orillaron a una bahía para poder estacionar la lancha y así dormir en tierra firme. Un pescador humano paseaba en su bote cuando los encontró. Asustado y confundido, tomó una foto de aquella escena y huyó remando despavorido. Utilizó esa foto para un concurso de fotografía de su ciudad. Los jueces quedaron asombrados y sin dudarlo lo premiaron con el primer lugar. Nunca se dieron cuenta de que los personajes retratados no eran botargas, sino animales de verdad.
Nadie más volvió a ver a los gatos pescadores, aunque se cree que siguen pescando en mar abierto, al menos, en un mundo distinto.