
La soledad es bella, si la compartes
con almas que te llenan el vacío.
Eso fue lo que aprendí de ti.
Un miedo, un duelo.
En el verano se esfumó
y se marchitó en el invierno.
No sé cómo despedirme
de todas esas ilusiones
que forjamos sin razón.
No quiero decirte adiós,
porque juntos éramos luz.
Fuiste el sueño sin final
que narraba cada día.
Fuiste un sueño infinito
que ansiaba a cada hora.
Anhelabas un futuro eterno.
Tus palabras aún laten en mi mente.
Al final no pude decirte nada,
solo tenía que despedirme de ti.
Porque nosotros somos luz.
Mis recuerdos caen
como hojas invisibles.
Son deseos rotos
que aún no se extinguen.
Como aquellos pactos rotos
a los que me aferré con fuerza
por no poder cumplirlos.
Adicto al ruido, adicto a mi falsedad.
Porque el contraste de mi alma
no deja de nublarse.
He consumido toda mi vida,
las plumas mordidas y sin tinta yacen.
¿Cómo es que acabamos así?
Alguna vez me preguntaste
¿a dónde quieres llegar?
A una eternidad donde sin mí brillarás…
te respondí con palabras
que solo yo puedo decir con una voz,
que solo yo puedo comprender…
Estoy lo bastante cerca
de volver a fingir,
lo bastante cerca
de estar engañado hasta
el punto de no poder regresar,
viendo la eternidad como una imagen.
¿Cuándo fue que crecimos?
Creí que había un mundo
detrás del cielo azul.
¿Por qué tengo que decirte adiós?
No quiero dejarte ir, no puedo olvidar.
Sé que no estoy bien, pero lo estuve,
porque creí que tú podías
ayudarme a escribir mi historia.
Porque lo que perdí con el tiempo
tú me lo devolviste con una sonrisa,
y aunque fuera solo una imitación,
si pronunciaba tu nombre, resplandecería.
Ocultamos lo que oímos,
cerramos lo que vemos,
nos hallamos desatendidos.
Es lo último que preciso,
la locura de “preguntar y responder”.
Ya me lo he contestado más de una vez.
No quiero soltar, así que escribo.
Preservar tu arte es mi razón.
por eso quise realizarlo,
por eso quise hacerlo,
por eso es que empecé a escribir.
Ese era el nuevo pacto
que simplemente acabó
contigo resplandeciendo sin mí.
Hay cosas que van y vienen,
pero tú, al parecer, no eres una de ellas.
¿Por qué no tener más de un sueño?
¿Por qué la esperanza llegó
a una vida que terminó?
Todavía aferrándonos,
tenemos miedo.
¿Acaso eso es lo bello?
¿Qué significa morir al final?
Mis ojos están ciegos
y es como si estuviéramos
en la eternidad de alguien más.
Me haces desear haberme marchado.
No puedo ser el yo de aquel tiempo,
ni siquiera puedo pisar esa casa.
Es por eso que lo entendí…
En realidad, yo no quería
reconocer tu muerte.
Es por eso que
seguí escribiendo,
primaveras, veranos,
otoños e inviernos…
Hasta que lo terminé.
Es por eso que sé que ya has fallecido
y solo quiero que me lo digas de nuevo,
dime que no importa que camine solo.
Esta falsa ilusión termina
en una triste hipocresía de realidad
que dice que pudiera verte
en el último día de mi vida.
Seguramente seguiría gritando
internamente mi amor por ti.
Adiós, imagen de eternidad.
Es aquí donde dejo de escribirte.