Bitácora

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Vivir de odios exacerbados. Ser impulsado frenéticamente por un falso oasis de utopía y júbilo. Ya no hay salvación. No hay forma de ser escuchado en esta esférica cacofonía que se cierne como una fina tela sobre el pensamiento. ¿Cómo ser escuchado sin entrar en la conmiseración y edificarse indignamente? En instantes, el ser desfallece. No desea amor; solo quiere morir prontamente. Injusta rareza. ¿Por qué soñar con la dicha de la muerte causa grotesca repulsión?

¿Cómo saber qué es cierto si el espíritu está trastornado y el consuelo mundano es ahora inerte y vacío? ¿En verdad somos libres?

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