
Este será el primer papel inundado de tristeza que leerás. El miedo me acecha y no me deja respirar. Como un lobo hambriento que busca alcanzarme para hacerme daño.
¿Cuál miedo? A que veas que no soy más que retazos que alguien, guiado por la compasión de verme hecha añicos, unió sin patrón alguno. El temor a que te des cuenta de que no soy tan maravillosa como crees. Tengo miedo de que veas que mi sonrisa está sujeta por cuerdas y que mis gestos no son más que una fachada para evitar conversaciones incómodas. Sufro de pavor porque el empirismo se ha encargado de hacerme pasar por feas situaciones; experiencias de las cuales aprendí a gritos a levantarme, repararme y sobrevivir. Aunque realmente no sé cómo hacerlo.
He puesto murallas protegiéndome de cualquiera que quiera entrar a esta ciudad de caos, mi ciudad.
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