La voz de la nada

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Sé que, como yo, escuchas esas voces.

Esas voces que solo intentan hundirte.

Esas voces que solo hablan penumbras

no permiten alegría.

No te dejarán reír.


Hablan del doloroso pasado del que huyes.

Sé que las oyes, pero no existen.

 

Ves figuras sombrías

en medio del moribundo valle de tu memoria.

Figuras sin nombre ni rostro

que alguna vez los conociste

y ahora no distingues.


Te encapsulas ebrio por la confusión

de no saber quiénes son.

No puedes escapar de tu mente.

Jamás serás capaz de huir del tiempo.

 

 

Corre, corre avecilla sin rumbo.

No importa el destino que elijas

de ellos jamás escaparás.

Son dueños del hilo de tu destino.

Tu final es un hecho.

 

Corre, corre cervatillo por la senda que te han impuesto.

Pobre desafortunado despistado.

Date cuenta de que esto es tu elegía.

Eres otro muerto en vida

o un muerto que cree estar vivo.

 

Ven, escúchame.

Ven, créeme.

Las voces y las sombrías figuras

no son nada.

 

Su efímera existencia

es como un grito en medio del desierto

que nadie escucha.

Que nunca existió.

La figura que se aleja

sin dejar rastro o huella alguna

se convierte en algo incierto.

 

Jamás sabrán si realmente existimos:

yo que escribo esto, 

o tú que lo lees. 

No habrá muestra o seña alguna

de que alguna vez vivimos.

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