Limbo

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Tu mirada es como una ninfa que quiere guiar un cuerpo ciego a su destino. Es el intento de Adán por encontrar la mano de Dios. El roce entre la vida y la muerte. Cuando me miras, muere el presente y nace un hijo de la utopía indecible entre los dos. El marrón de tus ojos llueve hecho tijeras que me cortan la lengua. La sangre con que cubres el manto de un corazón hercúleo te protege de mis flechas. Tal vez todavía no tengo la habilidad para expresar en vanas palabras algo que concierne a otras dimensiones. ¿Ya te había dicho que el amor es gravedad? En tus pupilas se encuentra el centro de un universo donde, incluso la posibilidad de que me ames nace nuevamente; sin embargo, vuelve a fenecer en el limbo de otro roce inconcluso, de otro blanco teñido en el que no te atreves a decantar el marrón de estos dos clisos que se mueren por ti. Supongo que cada uno se guarda así mismo entre dos ojos cromados y una realidad vacía. En este limbo eterno que nadie sabe llenar.

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