Lo que se va para siempre

pexels-castorlystock-3755590-scaled-thegem-blog-default

«No valoras lo que tienes hasta que lo ves perdido». Este dicho es una enseñanza que muchos ignoramos hasta que ya es tarde. Incluso, muchas veces no lo aprendemos y volvemos a caer. Yo lo entendí contigo; mi primer amor. Fui cobarde al no poder expresar aquellos versos que, tal vez, hubieran cambiado nuestros caminos. O al menos nos hubieran ahorrado la tortura de mente, cuerpo y alma que causó mi miedo ante aquel hermoso sentimiento. Todo por no querer escuchar un silencio filoso, una negativa destructiva o una indiferencia gélida.

Te conocí. Nos hicimos amigos y de repente los sentimientos se sembraron al escuchar tu voz. Se nutrieron con la lluvia de felicidad al escuchar tu risa, se abonaron con mi canto hacia ti y florecieron en nuestra convivencia del día a día. Nos comunicábamos, nos reíamos y hasta discutíamos. A pesar de que a veces nos enojábamos, mi amor por ti fue creciendo. Quería decirte mi sentir. Mis pensamientos deseaban aventarme hacia la incertidumbre de tu respuesta, pero nunca pude.

Descubrirte reposando en esa cama blanca y cubierta por madera, quitó de mi alma una parte que siempre te acompañará. Tiempo atrás, te escribí poesías que soñaban con ser canciones. Pero se desvanecieron cuando desperté de mi tormento y acepté el descenso de tus párpados y el marchitar de tus labios.

Hoy, camino expresando mi pensar. Aunque a veces el silencio me devora, prefiero decirlo para no volver a silenciar mis sentimientos; para no volver a caer en ese profundo abismo de lo que se va para siempre.

8

Dejar un comentario

X