
Sola, fría, silenciosa.
Así permanece desde hace meses la casa.
Callada, ausente, sin vida.
Como si su alma la hubiese abandonado.
Tu silla blanca sigue vacía
en el patio donde la dejaste.
Como si esperara a que volvieras
para mirar a la gente pasar.
Tu habitación ahora está cerrada.
En vano paso mis días mirando tu ventana,
esperando una bienvenida que nunca llega.
Han cesado los gritos por la mañana.
El silencio apaciguó las canciones sesenteras
que me recibían al llegar de la escuela.
Ahora solo queda el llanto
que viene con tu ausencia.
El tormento de ilusiones y promesas
en esta quietud desoladora.