
No puedo soportar la incertidumbre
de seis días de tu ausencia.
No me conformo con mirarte
a pausas intranquilas.
Has salido de mi mente
casi calcada, casi copiada.
Calcada, copiada, replicada.
Perfectamente igualada.
Plasmada en la realidad.
Sublimada en tu desmesura.
Me gustaría saber:
¿A dónde vas cuando me marcho?
Quisiera saber porqué
hasta hoy no te he encontrado.
Sin ningún encanto,
sin ningún afano te he buscado
fuera de estas cuatro paredes
confinadas a mi escarnio.
Me niego a soportar
tu ausencia seis días más.
Con tan solo pocas horas
te has aferrado a la vida mía.
Calcada, copiada,
sublimada en tinta blanca, roja y azul.
Grabada como aquella.
Plasmada como ella,
en realidad aumentada.
Sofocada y silenciada
la vida niega el eco de tus labios.
La misma vida me ha quitado
el sueño de tu voz inmaculada.
Me ha dejado con señas vagas,
indicios del trazo de tus manos.
Te juro que sin afano ni encanto
he buscado tu figura esbelta.
Sellada en el suspirar
de tus rojos labios.
Así, sacada de mi realidad,
estás aquí.
Figurada quince minutos,
esfumada toda una vida.
Me niego a condenarte
al escrutinio de estas cuatro paredes.
Inentendibles, incomprensibles
hasta develar tus deseos más preciados.
Has salido de mi mente
en realidad aumentada,
sublimada, calcada, copiada con tu estampa.
En tus rojos labios…
Figurativamente hablando,
me tienes tan fascinado.
Te he soñado tantas veces
fuera de este pequeño cuarto,
que me abruma esperar más
para verte y que después te vayas
instantáneamente.
4