Alguien que no existía fuera de mí

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Te escribía imaginando tu existencia

a través de alusiones en los sueños;

de los relatos ajenos de idealistas y románticos. 

 

Retazos mentales del mundo te formaban.

Como materia de pintura literaria y escultura narrativa;

el elemento musical predilecto de compositores.                                                                                                                        

Escribí sobre ti sin conocerte.

Eras un descanso de lo real;

mi consuelo ante los desencantos diarios,

y una esperanza de lo que quería que existiera.  

Eras una forma de embriagarme con lo falso;

con lo maravilloso de las maquinaciones artísticas. 

 

Te di forma como receptáculo

de lo que mis ojos internos querían ver afuera.

De lo que anhelaban mis sentidos;

de las expectativas inalcanzables.

Eras todo lo que hubiera escrito

si mis palabras dibujaran el mundo.

                                                                      

Creí que era un gancho de compra y venta, 

un delirio colectivo; un sueño febril.

 

Supe que existías de verdad,

cuando te colaste por los resquicios de la fantasía

hasta llegar al terreno de lo verídico.

 

Ese día supe que eres la materialización

de todas las emociones que aguardaron tu llegada.

Entendí que la versión tuya que yo había creado,

no superaba a tu verdadero yo.

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