
Ahora estás ahí. Te veo sonriendo con el espíritu encendido en la cara; con el brillo del lago por ojos. Ya has terminado tus deberes escolares. Lo hiciste en tiempo. Te has mantenido en forma. No has dejado de ejercitarte por lo que veo. Eres más rápido y fuerte; cada gota de tu juventud se almacena en un recipiente de experiencias.
Como todo, esos años que te formaron no fueron del todo felices. Me refiero a las sonrisas que dejaste pasar y que yo sí conozco; no tienes en tus manos los pelitos de un perro que trataste de fijar como una gran calcomanía al cuaderno de tu vida, y que terminó por despegarse. Tampoco renunciaste a tu familia por emprender un proyecto de algo que no querías pero que, por apoyo, te viste obligado a cumplir.
Por último, no sabes cómo se siente ser el primer espectador en una escena donde la actriz principal está tomando pastillas para dormir, no por el cansancio físico, pero sí por el cansancio emocional. Te perdiste la confusión entre sentir una profunda tristeza, un coraje en el pecho, una ira en los dientes y una preocupación constante por no saber cómo reaccionar. Porque no hay un libro, ni un manual sobre cómo no fallarle a alguien, y no fallarte a ti. ¡Es una joda lo que te has perdido! Me alegro mucho por ti.
¿Te has sentido solo? No lo sé… Yo creo que no. No sabes lo que es llegar a tu hogar y solo ahogarte en soledad. Sé que no te gustan los gatos, pero yo tengo tres para lidiar con este sentimiento. La más grande, la primera, la mera mera, se llama Misi; pero solo para sus cuates, porque tiene otros cuatro nombres para los demás. La mediana, la más nerviosa y blanca de todas, robustita y de patitas rosadas es Lorenza Leonora. La pequeña, que desborda amor en cada pelo y es traviesa a más no poder es Esperanza; y en parte si me dio eso, esperanza.
Te diría mucho más, pero no es necesario. Seguramente también escribes para mí. Lamento no poder leer lo que va en mi dedicatoria y que tú no sepas de lo que yo escribo. Si llegó a ver a una persona muy parecida a ti en algún charco o en la carrocería de un auto, te pensaré Jorge Alberto.