
Hoy abrí la puerta y vi a mi familia observarme. Regresé hacia la salida, pero alguien bloqueaba mi paso. Era ella. Esa piel de corteza sin vida en el suelo de mi “no soy yo”. Ella me dice que no soy atractiva, que mi amor no me ama y que mis padres no preguntan «¿Cómo estás?». Que mis abuelos no me quieren, solo necesitan mi atención; solo quieren a la piel vieja.
Las cosas que digo, lo que no digo, lo que hago. Ella es perfecta. Irrealizable como un personaje sacado de la mente de quienes decían saber lo mejor para mí.
Hoy, solo por un instante, la haré piedritas con un mazo de sangre y lágrimas. Los pedazos los repartiré entre todas las personas que me conocen. Hoy la regreso de donde vino. Ya no la veré; no podré lanzarla más y ella no podrá aplastar mi cráneo otra vez. Solo hoy, tal vez la noche; hoy.
Prefiero que solo queden escombros de mí, de quién puedo ser. Que las piedras sean pasadas por manos de quienes me maldicen en sus pedas.
Hoy, la brisa del lejano mar hará una pequeña aparición para evaporar mis lágrimas con cosquillas y hacerme mujer.