Lo que escribí para alguien que no conocía

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En las noches silenciosas, cuando las estrellas tejen sus historias en el cielo y la luna vierte su luz sobre mi alma inquieta, escribo para alguien que aún no existe. Llevo meses creyendo que el problema está en todos mis estándares; mas solo consigo darme cuenta de que estarás en mi mundo algún día. Cada palabra trazada en la penumbra lleva la esencia de un ser imaginario, una creación de mis sueños, anhelos y esperanzas. Aquel que al abrir sus ojos podrá mirar en mí mucho más que una silueta.

En mi mente, puedo fácilmente esculpir con tinta invisible los contornos de un compañero de vida; se trata de una presencia que aún no se materializa en mi realidad efímera. He escrito cientos de cartas de amor en hojas imaginarias, susurrado promesas al viento y dibujado sus ojos en las sombras de mis pensamientos. En cada palabra, trato de crear un puente entre mi corazón y el universo, confiando en que algún día esas líneas encuentren un eco en el espacio que cause conexiones.

Anhelo que viajes con la brisa del viento, directamente al sur entre aquellas mareas rebeldes; con todas las corazas necesaria para atravesar el cinturón de fuego y plantarte en esta realidad paralela. Podría decirte que soy presa de una pluma que no me deja ver la realidad, mas solo estoy cautiva en un verso que te ayude a llegar. Esta tinta se desliza con la esperanza de que cada letra se convierta en un mapa para quien, en algún rincón del tiempo, esté destinado a descifrar el mensaje de mi corazón. Cada poema puede leerse como un canto de amor sin destinatario aparente, una melodía que resuena en la esfera de lo desconocido, esperando encontrar oídos atentos y sensibles.

No sé dónde estás o si ya cruzamos palabras. No sé si naciste en esta época o probablemente esté junto a tu lápida. No sé si vives en mi país o estás a más de cien mil kilómetros; por ahora te tengo en mis letras. Letras que se volvieron cómplices de mis sueños, guardando secretos de amor en cada pliegue del papel; narrando nuestras aventuras imaginarias, manteniendo historias de complicidad y cada palabra como una semilla de amor, aguardando pacientemente la estación propicia para florecer. Así, he creado un puente de palabras entre el presente y el futuro, descansando en que mi mensaje llegará a la persona que algún día completará las páginas en blanco de nuestra historia.

En el tintero de la esperanza, mis letras aguardan listas para ser leídas por el destinatario que el tiempo tenía reservado para mí. Tú.

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